miércoles, 29 de abril de 2009

La Familia en el Proceso Educativo




La familia en el proceso educativo







La familia: Primera Escuela
La función educativa de la familia ha sido objeto de mucho interés para la psicología y la pedagogía general y, especialmente, para los que se ocupan de la educación y el desarrollo del niño en los seis primeros años de vida.
Los estudios e investigaciones más recientes de las neurociencias revelan las enormes posibilidades de aprendizaje y desarrollo del niño en las edades iniciales, y hacen reflexionar a las autoridades educacionales acerca de la necesidad de optimizar ese desarrollo, de potenciar al máximo, mediante una acertada dirección pedagógica, todas las potencialidades que la gran plasticidad del cerebro humano permitiría desarrollar.
Si se parte de que, en el transcurso de la actividad y mediante la comunicación con los que le rodean un ser humano puede hacer suya la experiencia histórico – social, es obvio el papel que la familia asume como mediador, facilitador de esa apropiación y su función educativa es la que más profunda huella dejará precisamente porque está permeada de amor, de íntima comunicación emocional.
La especificidad de la influencia familiar en la educación infantil está dada porque la familia influye, desde muy temprano en el desarrollo social, físico, intelectual y moral de su descendencia, todo lo cual se produce sobre una base emocional muy fuerte.
¿A qué conduce esta reflexión? En primer lugar a reconocer la existencia de la influencia educativa de la familia, que está caracterizada por su continuidad y duración. La familia es la primera escuela del hombre y son los padres los primeros educadores de sus hijos.
La seguridad y bienestar que se aporta al bebé cuando se le carga, arrulla o atiende en la satisfacción de sus necesidades, no desaparece, sino que se modifica según este va creciendo. La ternura, el cariño, y comprensión que se proporciona le hace crecer tranquilo y alegre; la comunicación afectiva que en esa primera etapa de la vida se establece ha de perdurar porque ese sello de afecto marcará de los niños que, en su hogar, aprenderán, quienes son, que pueden y que no pueden hacer, aprenderán a respetar a los adultos, a cuidar el orden, a ser aseados, a jugar con sus hermanitos, pero, además, aprenderán otras cuestiones relacionadas con el lugar donde nacieron, con su historia y sus símbolos patrios. Todo eso lo van a asimilar sin que el adulto, en algunas ocasiones, se lo proponga.
El niño en su hogar aprenderá a admirar lo bello, a decir la verdad, a compartir sus cosas, a respetar la bandera y la flor del jardín ajeno y ese aprendizaje va a estar matizado por el tono emocional que le impriman los padres, los adultos que le rodean, por la relación que con él establezcan y, muy especialmente, por el ejemplo que le ofrezcan.
Mucho antes de que surgiera con F. Froebel (1782-1852) un sistema para la educación social de los niños preescolares (instituciones educativas) ya pedagogos ilustres se habían referido a la importancia de las edades tempranas para todo el desarrollo ulterior del niño y, a la familia –a la madre fundamentalmente- como primera e insustituible educadora de sus hijos. Baste señalar –entre otros- a J. A. Comenius (1592-1670) que subrayó el papel de la Escuela Materna, como primera etapa de la educación, que ocupa los primeros seis años de la vida del niño, considerados por él como un período de intenso crecimiento físico y de desarrollo de los órganos de los sentidos y a E. Pestalozzi (1746-1827) que, en su propuesta de educación para el desarrollo armónico del niño: físico, intelectual, moral y laboral defendió como mejor y principal educador a la madre para las cuales escribió un manual “Libro para las Madres” o “Guía para las Madres” en el cual orientaba como desarrollar la observación y el lenguaje de sus menores hijos.
A partir de entonces y hasta la fecha, múltiples estudios e investigaciones han revelado las potencialidades de desarrollo del niño desde que nace y se ofrecen variadas formas para su estimulación desde el seno del hogar, mas también se ha corroborado el papel decisivo de la familia en las primeras edades, en lo referente a la formación o asimilación de hábitos de vida y de comportamiento social en sus pequeños hijos. Este período se considera “sensitivo” hablando en términos de L.S. Vigotsky, para la formación de los mismos.
Potencialidades educativas de la familia de los niños de 0 a 6 años
La indiscutible importancia de las edades comprendidas entre 0 y 6 años para todo el desarrollo integral del niño hace que en las políticas educativas de los diferentes países se haya entrado seriamente a valorar cómo, por qué vías sería posible estimular el desarrollo general del niño: emocional, intelectual, físico, motriz, social. En algunos lugares se crean nuevas instituciones infantiles a las que acuden los pequeños a partir del tercero o cuarto año de vida, pero no son suficientes, no abarcan a todos los niños de estas edades y ¿qué pasa con los que tienen edades inferiores? ¿se deja a la espontaneidad, se espera a que crezcan y existan instalaciones educativas para ellos y mientras quedan zonas “apagadas” de su cerebro? Una rotunda negativa es la respuesta a esta interrogante. En las edades, en las cuales más se necesita la estimulación hay que procurarla y para ello existen programas de educación no formal, que mediante materiales educativos de fácil comprensión orientan a los padres, a la familia, acerca de que acciones puedan favorecer el desarrollo físico, intelectual, del lenguaje emocional de sus hijos, cómo lograr la formación de hábitos higiénicos, culturales, todo en un clima de amor y comprensión.¿Y por qué se estructuran estos programas? Porque la educación familiar se puede ejercer sin propósitos conscientes, educando “como me educaron a mí” y, de lo que se trata ahora, es de lograr que los padres lleguen a adquirir ciertos conocimientos y a desarrollar determinadas habilidades que les permitan ejercer más acertadamente su función educativa, pues están comprobadas las enormes potencialidades educativas de la familia.
Por citar sólo algunos de esos programas cabe mencionar los “Hogares de Cuidado diario” y los “Multihogares” que se desarrollan en Venezuela; los “Hogares de Bienestar Familiar” que se aplican en Colombia por el Instituto de Bienestar Familiar; los “Programas no escolarizados de educación inicial y preescolar” que se llevaron a cabo en México, junto a otros como los de “Cuidado Diario” del Patronato Voluntario mexicano; los diversos programas chilenos no convencionales de educación inicial, tales como “Sala Cuna en el Hogar”, “Jardín a Distancia”, “Conozca a su hijo”; el programa ecuatoriano “Creciendo con nuestros hijos”, que aplica el Instituto Nacional del Niño y la Familia y el Programa “Educa a tu Hijo” que se aplica en la República de Cuba.
Algunos de los programas que existen, aunque prevén la educación de la familia, la atención educativa se realiza esencialmente por una madre “cuidadora” de la comunidad, que –aunque de bajo nivel cultural- recibe cierta preparación para la atención a los niños. En realidad esta modalidad funciona como pequeñas instituciones comunitarias que cuidan y protegen al niño de accidentes y realizan algunas acciones alimentarias y, en menor medida, educativas. Otros programas sobre la base del conocimiento de la potencialidad educativa de la familia, y de que es en ella que transcurre esencialmente la vida del niño hasta que ingresa en la escuela, hacen centro de atención la preparación de la familia para que esta ejerza con mayor rigor científico la educación de sus hijos en el hogar.
Así los Programas “Sala Cuna en el Hogar” (Chileno); “Creciendo con nuestros hijos” (Ecuatoriano) y “Educa a tu Hijo (Cubano), por mencionar algunos constituyen proyectos educativos dirigidos a preparar a las familias mediante orientación directa y materiales ilustrados acerca de cómo estimular el desarrollo del niño en distintas esferas de su personalidad y en su preparación para la escuela.Aunque en las edades que preceden el ingreso a la escuela es, en general, más elevada la cantidad de niños que asisten a instituciones infantiles, en este período, la influencia de la familia es decisiva con respecto a la preparación psicológica, emocional del niño para su ingreso a la escuela en la cual ha de ser ya un escolar, cuya conducta será el resultado de toda una etapa anterior de preparación, y reflejará, sin duda alguna, cuál ha sido el trabajo realizado por los padres.
La escuela, con todas sus nuevas actividades y deberes constituye la primera gran responsabilidad en la vida del niño. Ella le plantea una serie de exigencias y nuevas tareas que requieren de él no pocos esfuerzos y que significan un gran cambio en su vida, pues cambia el tipo fundamental de actividad que el niño debe realizar, ya no es el juego: cambian sus relaciones con el adulto, el maestro le va a plantear el cumplimiento del estudio –su nueva y primera responsabilidad-, los padres y familiares van a preocuparse acerca de cómo aprende; cambia el sistema de relaciones con sus compañeros, otros lo van a evaluar fundamentalmente por su resultado en el estudio.
La familia está muy comprometida en asegurar a los pequeños un feliz comienzo, esto depende en gran medida, de la creación de una actitud positiva hacia la escuela, hacia el maestro y hacia el estudio. Y es muy fácil de lograr. Todos los estudios realizados muestran que casi el 100% de los niños manifiestan su deseo de ser escolar, de ir a la escuela, de aprender mucho. Cuando se les pregunta acerca de estos temas, se obtienen respuesta como: “Ya yo soy grande, puedo ir a la escuela”; “Quiero aprender a leer cuentos”; “En la escuela me enseñarán muchas cosas, igual que a mi hermano”.
Estas afirmaciones de los niños evidencian que existe en general, una buena disposición, que la escuela, el estudio, los libros, los hacen sentir mayores y responsables, ¿por qué entonces en algunos niños se ponen de manifiesto conductas negativas; llanto, miedos, vómitos?
En la mayoría de los casos la responsabilidad recae en los padres. O bien no se ha creado una imagen agradable, positiva de la escuela o del maestro, o bien es posible que el niño sea muy dependiente, que esté tan ligado a la familia que la separación le provoca ansiedad, temor o enfrentarse a un mundo nuevo, a nuevos amiguitos y deberes. Todo esto evidencia su insuficiente desarrollo de sus relaciones sociales, un inadecuado desarrollo afectivo.
Muchas afirmaciones que en forma no premeditada hacen los padres, contribuyen a crear en el niño una imagen negativa y deformada de la escuela. “El maestro es el que te va a arreglar”, “deja que tú llegues a la escuela”, “ya pronto empezarán las clases y entonces ya verás”. Estas expresiones de los padres crean en los niños una imagen negativa de la escuela, la ven como un lugar no deseable y se imaginan al maestro como alguien que inspira temor.
Es posible que en la casa haya varios hermanos que ya asisten a la escuela, y en pequeño escucha comentarios negativos al respecto. Estos comentarios lejos de despertar el deseo de asistir a la escuela hacen que la rechace.
Diversos estudios realizados muestran que para el niño de edad preescolar, cobran gran importancia los llamados atributos externos, como son: tener uniforme, libros nuevos, lápices, plumas, colores, reglas, etc. Es por ello que los padres del futuro escolar deben prestar importancia a estos aspectos. El dedicar una pequeña mesa con sus gavetas para el niño, en cualquier rinconcito de la casa, colocar en ella todas sus nuevas pertenencias y señalarlo como su futuro lugar de trabajo, son recursos que ayudarán también a que comprenda toda la importancia que tienen la escuela y sus deberes como escolar.
Si los padres hacen todo este trabajo “psicológico” con el propósito de crear una imagen agradable y atractiva de la vida escolar, es posible que el primer día de clases su niño sonriente les dirá adiós desde la puerta de la escuela. Otro de los aspectos fundamentales que incluye la preparación del niño para el aprendizaje escolar es desarrollar en ellos el deseo de saber. Un niño que sienta el deseo de conocer muchas cosas acerca del ambiente que le rodea, que experimente una insaciable curiosidad ante los fenómenos del mundo natural y social, será un niño que mirará la escuela como el lugar maravilloso en el que podrá satisfacer todos sus por qué.
El fin de la edad preescolar muchas veces se conoce como la edad de los por qué. Esto se confirma en la vida diaria. Cuando se viaja en un ómnibus, cuando nos sentamos en un parque, siempre que a nuestra atención llega la conversación de los niños preescolares, escuchamos estos interminables e interesantes por qués: ¿Por qué la luna sale nada más que por la noche? ¿Por qué no se cae?”; “¿De dónde viene la lluvia?”; “¿Qué es esto?”
No siempre estas preguntas encuentran respuestas adecuadas en los padres. No es que falte carácter científico a las respuestas, sino que la forma en que se dan no es adecuada. Muchos padres comienzan dando algunas respuestas, pero enseguida se cansan y no prestan más atención a los niños; otros matan este naciente deseo de saber, diciéndoles secamente: “no seas tan preguntón, ya lo sabrás después”.
En realidad, los padres tienen muchas oportunidades de fomentar ese deseo de saber de los niños, no sólo contestando sus preguntas, sino también creando ellos mismos inquietudes, haciéndoles observar algunas cosas interesantes, logrando que fijen su atención en múltiples aspectos de todo el mundo que les rodea. Y realmente, este trabajo no es difícil. No hay que realizarlo de una manera especial, sino que forma parte de todos los momentos en que los padres se relacionan con sus hijos.
El mundo de los libros, es algo que los papás pueden utilizar para despertar el interés de los niños por conocer muchas cosas. La lectura de estos libros de cuentos, fomentará en ellos el deseo de aprender a leer. Los libros con láminas acerca de la naturaleza o del trabajo del hombre, provocarán muchas preguntas que los padres deberán responder y además, enfatizarán cómo en la escuela aprenderán mucho más sobre éstas y otras cosas. Por supuesto, que toda esta fructífera labor de los padres tiene que ser confirmada en la práctica de la educación en la escuela que debe ser para el niño ese lugar sorprendente en el que cada día aprenderá algo nuevo e interesante, donde, junto con sus compañeros y sus maestros, descubrirá los secretos del mundo natural, aprenderá a transformarlo y a crear nuevas cosas.
Por otra parte, el niño en la escuela, comenzará el aprendizaje sistemático de los fundamentos de las ciencias. Para realizarlo con éxito es necesario que haya desarrollado toda una serie de habilidades, que haya adquirido un determinado volumen de información y alcanzado un grado suficiente en el desarrollo de procesos, como el lenguaje, la percepción y, fundamentalmente, el pensamiento.
Si los niños asisten al círculo infantil o a un aula preescolar, tendrán todo un conjunto de actividades programadas, dirigidas a lograr este desarrollo. No obstante, los padres pueden contribuir extraordinariamente a este trabajo, que resulta imprescindible para aquellos niños que van a ingresar directamente a la escuela, en el primer grado. La mano del niño puede convertirse en una mano hábil, preparada para realizar los movimientos finos que requiere la acción de escribir. A ello, contribuirán muchas actividades, que resultan muy interesantes para los niños de estas edades. Manejar el pincel y la tempera, proporcionarles plastilina para que modelen, recortar y pegar, etc., son actividades que atraen mucho a los niños y que además, contribuyen a desarrollar su percepción, su imaginación y creatividad y, además se acostumbrará a permanecer un período sentado, tranquilo, concentrado en una tarea.
Es importante, que el niño que ingresa a la escuela tenga un nivel de desarrollo de su lenguaje, adecuado. El lenguaje va a convertirse en un instrumento indispensable para la adquisición de nuevos conocimientos y para expresar los mismos de una forma correcta.
Para lograr este desarrollo no hay que hacer un trabajo al que se dedique un tiempo especial; se trata de orientar y controlar las conversaciones con los siguientes objetivos: que el niño sea capaz de describir lo que ve, ya sean objetos, láminas, hechos de la vida común o fenómenos que observe: que el niño pueda contar con coherencia, uniendo correctamente sus oraciones, sobre lo que hizo ayer, sobre lo que quiere hacer en el momento o acerca de lo que hará el domingo en sus paseos. Además, de enriquecer su lenguaje, le ayudará a pensar en lo que sucede ahora, lo que ya pasó y lo que sucederá, esto contribuye a su orientación en el tiempo. Ordenes cortas que se dan al niño, como: alcánzame el libro aquel que está dentro del costurero, pon este libro arriba de la mesa; recoge tu maquinita que está debajo de la silla, etc., ayudarán al niño a orientarse en el espacio, lo que resulta una adquisición indispensable para su desarrollo.Resumiendo las ideas expuestas, diremos que debemos trabajar para lograr en el niño un desarrollo general, más que para el logro de habilidades muy específicas y concretas.Finalmente, algo que es quizás lo más importante en todo el período de educación preescolar; tanto los educadores en las instituciones infantiles, como los padres en el hogar, deben sentar las bases del sentido del deber y la responsabilidad en los preescolares.
Se ha insistido mucho, en que los niños deben hacer cosas que resulten atractivas e interesantes, realizando diversas actividades en forma de juegos, por ser ésta la actividad fundamental a través de la cual se desarrolla el niño en la etapa preescolar. Esto es cierto. Pero resulta también importante, acostumbrar al pequeño a tener algunas responsabilidades, a cooperar en algunas actividades, que aunque no sean tan atractivas para ellos, deben realizarse porque son necesarias para la familia. Poco a poco el niño ser acostumbrará a ellas y comenzará a sentir el placer de hacer algo para los demás.
Muchas son las tareas que se plantean a los padres, como un deber en la preparación adecuada de sus hijos, para ese importante acontecimiento que es la entrada a la escuela. Sin embargo, los ejemplos y situaciones presentados evidencian que no se trata de un trabajo más, sino de una forma de dirigir y organizar toda la actividad educativa en la vida de la familia.
En la medida en que la institución se vincule a la familia, irá tendiendo un puente que posibilitará la vinculación de los padres a las actividades que ella convoque.
































Análisis


















la educación no comienza cuando entramos al Jardín o colegio, en donde los profesores(as), para muchos, pasan a ser los(as) responsable de lo que aprenden los niños, podremos hacer mucho más por el desarrollo intelectual de nuestros hijos, los cuales todavía no han ingresado a la educación formal.
Para muchos padres, es más fácil culpar a los docentes del bajo rendimiento que tienen sus hijos cuando comienzan a asistir al colegio, desvalorizando su desempeño como educador, sin darse cuenta que la culpa de este fracaso se debe a la poca motivación que ellos les han entregado a sus hijos ensus respectivos hogares.
Mientras los padres no se den cuenta que la familia es la primera escuela del niño y que son ellos mismos los primeros educadores de sus hijos, no se observarán resultados positivos durante sus inicios a la educación formal, complicando el proceso educativo en los posteriores años de escolaridad. Es por esto que siempre debemos tener presente que la educación, principalmente durante los primero seis años de vida, es una tarea particular de cada familia, en donde los miembros de esta, principalmente la madre o padre, deben cuestionarse y a la vez buscar respuestas en cómo educar a sus hijos, cómo son sus prácticas educativas y descubrir si éstas son las más adecuadas dadas las características y singularidad de los más pequeños del hogar, es por esto que L.S. Vigotsky considera este periodo como sensitivo , esencial para la formación de las mismos
Creo que la estimulación es uno de los procesos fundamentales para el logro de los aprendizajes posteriores durante la educación formal, basta señalar, entre otros, a J. A. Comenius (1592-1670) que subrayó el papel de la Escuela Materna, como primera etapa de la educación, que ocupa los primeros seis años de la vida del niño, considerados por él como un período de intenso crecimiento físico y de desarrollo de los órganos de los sentidos y a E. Pestalozzi (1746-1827) que, en su propuesta de educación para el desarrollo armónico del niño: físico, intelectual, moral y laboral defendió como mejor y principal educador a la madre para las cuales escribió un manual “Libro para las Madres” o “Guía para las Madres” en el cual orientaba como desarrollar la observación y el lenguaje de sus hijos menores.
Pero ¿qué es lo que creen los padres con respecto a la educación de sus hijos?, ¿sabrán que también existe la educación informal, pero no por el hecho de ser informal es menos importante?, si nos acercamos a un establecimiento educacional subvencionado, nos daremos cuenta que la mayoría de los fracasos escolares no son por el hecho de pertenecer aun nivel socioeconómica bajo, tampoco por los docentes que trabajan en el, sino , en la mayoría de los casos, esta responsabilidad recae en los padres, debido afirmaciones , que en forma no predeterminada estos hacen, creando en el menor una imagen negativa y deformada de la escuela y del profesor.
Para finalizar, creo que en todo momento, debemos tener presente que son muchas las tareas que se deben plantear los padres, como un deber en la preparación adecuada de sus hijos, para ese importante acontecimiento que es la entrada a la escuela. Sin embargo ningún padre, o pocos de ellos se dan cuenta que no se trata de un trabajo más, sino de una forma de dirigir y organizar toda la actividad educativa en la vida de la familia.
Tengamos siempre presente, luego de la entrada de los niños al colegio, que en la medida en que la institución se vincule a la familia, esta irá tendiendo un puente que posibilitará la vinculación de los padres a las actividades que ella convoque, no olvidando que los protagonistas de la educación son los padres, y la escuela es solo un actor secundario, que al fin de cuenta se complementan haciendo que el aprendizaje de los niños sea cada vez más significativo a través de un trabajo que resulte atractivo e interesante, y a la vez incorporar responsabilidades en ellos, teniendo siempre en cuenta en su aprendizaje el sentido del deber.


ESCALA DE AUTOEVALUACION


1: 5 PTOS.

2: 4 PTOS.

3: 5 PTOS.

4: 4 PTOS.

5: 5 PTOS.

6: 5 PTOS.

7: 5 PTOS.

8: 5 PTOS.

9: 4 PTOS.

10: 5 PTOS.

SUMA TOTAL DE PTOS: 47 PTOS

NOTA FINAL: 6.58